Ahorrar en recursos y servicios. Establezcan reglas básicas de ahorro para reducir los gastos por servicios, por ejemplo, apagar las luces cuando la habitación esté desocupada y no dejar abiertas las llaves de agua. Esto traerá ahorros económicos en los recibos mensuales, pero también importantes beneficios al medio ambiente.

Fomentar la comunicación abierta con relación al tema del dinero. Es muy importante que todos puedan hablar y manifestar sus inquietudes acerca del manejo de las finanzas, para que exista un sano acuerdo en su distribución.

Crear un fondo de ahorro para gastos inesperados. Existen gastos no previstos, como son accidentes, enfermedades, composturas de la casa, entre otros. De esta forma, los imprevistos no afectarán el pago de los servicios ya programados.

Establecer metas familiares. Si se trabaja en equipo familiar, cada miembro conocerá que es mejor trabajar en conjunto. También aprenderán a compartir y a negociar.

Permitir que todos los integrantes de la familia dispongan de cierta cantidad para su consumo personal. Es importante que cada quien pueda decidir, de forma personal, qué hacer con ese dinero y a qué destinarlo. Los proyectos familiares no deben truncar las metas personales.

Marcar una línea entre qué es personal y qué es familiar. Este criterio aplica tanto en ingresos como en gastos. Para lo familiar, siempre debe existir un acuerdo donde participen y decidan todos los miembros.