En muchas ocasiones, cuando somos adultos, queremos ahorrar y muchas veces nos sentimos molestos o desesperados por no poder lograrlo, ya que debemos realizar más gastos y el dinero no nos alcanza.

Esto sucede como consecuencia natural, ya que el ser humano genera necesidades diarias por las cuales es necesario pagar, además, otro factor importante que podría impedir la práctica del ahorro, es la costumbre de gastar todo lo que se gana, sin pensar en el futuro.

Lo anterior no quiere decir que ahorrar sea imposible; no implica que al no ser parte de nuestra naturaleza, no se pueda adquirir, cultivar y enriquecer dicha conducta. Al contrario, el hecho de saber que no es un hábito que nos venga natural, (que no está incluido en el código genético por decirlo de algún modo), nos hace pensar en la necesidad de generar estrategias para aprender a hacerlo.

Nadie nace sabiendo hablar, leer, escribir o haciendo operaciones matemáticas. Estas son cosas que se aprenden con el tiempo, algunas de ellas las asimilamos en nuestra casa, otras en la escuela y otras en la actividad cotidiana.

Así, el hábito de ahorrar puede enseñarse desde temprana edad.

Desde luego que es posible para cualquier adulto aprender a regular sus gastos y aprender a administrar mejor lo que tiene, pero, como en otros aspectos de la enseñanza, cuánto más joven se es, más fácil se aprende. La capacidad de un niño es prodigiosa y no debe desperdiciarse.


¿Cómo fomentar el ahorro en nuestros hijos?

Una vez que nos hemos decidido a enseñar a nuestros hijos a ahorrar, surgen de inmediato las preguntas: ¿Cómo debo hacer? y ¿Por dónde empiezo?

No existe un método probado, estandarizado e infalible para generar el hábito del ahorro en los niños; cada padre debe ser creativo en este aspecto, utilizando la comunicación familiar, su experiencia y el carácter de sus hijos.

Sin embargo, sí hay algunas estrategias que los padres han utilizado a lo largo de los años y alrededor del mundo, las cuales puedes adaptar a tu contexto familiar, de forma que sean buenas para ti y tu familia.

En primer lugar, debes tomar en cuenta la edad de tus hijos. Es distinto enseñar a ahorrar a un adolescente de 15 años, que a un pequeño de 10 ó 5 años. Son diferentes tanto en su nivel de entendimiento, como en sus necesidades, expectativas y gastos potenciales.

Si se trata de un niño en edad de asistir a la escuela primaria (incluso hasta en los primeros años de secundaria, cuando aún son muy apegados a la familia y su vida social está integrada con ésta), se puede generar un sistema de metas y recompensas.

Una vez que el niño ha logrado administrar su dinero exitosamente, podemos aumentar gradualmente la periodicidad del “pago”. Podemos darles el reto de que administren su gasto cada quince días o cada mes.

Si nuestro niño avanza en su ahorro, y lo consideramos propicio, podríamos incluso jugar con él diciéndole que “se retrasó el pago” y que esa semana no recibirá su dinero y se lo juntaremos para el siguiente domingo, haciendo que administre sus gastos de esa semana con lo que tenga en la alcancía.

Podemos también darle “bonos” por haber cumplido con su ahorro puntualmente y haber administrado bien sus gastos.

Nota: Es importante medir hasta dónde podemos “jugar” de esta forma con ellos. No se trata de ser terriblemente estrictos y ponerlos en situaciones de estrés innecesarias. Hay que fomentar la comunicación y preguntarles cómo se sienten ahorrando, cuáles son sus propias metas y expectativas, además es importante compartir las situaciones que se experimentan en el mundo del trabajo y sobre todo, tratar que ellos mismos sean constantes.

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