Es común oír hablar a las personas de si tienen ganas o no de hacer compras. Esto porque han asociado cierto sentimiento o emoción a la acción de adquirir algo, esto mismo ocurre con la administración de nuestro dinero.

Siempre nos han hecho creer que la planeación financiera tiene poco que ver con nuestras emociones, que es pura lógica, números, disciplina y principios a seguir. Es por eso mismo que muchos fallan en la organización de sus finanzas personales.

Un factor importante que debes considerar al manejar tus finanzas personales, es analizar la relación que tienes con el dinero, qué sientes, a qué le tienes miedo y cómo reaccionas financieramente a ciertas situaciones. Cuando descubras los motivos detrás de tus decisiones financieras, será más fácil que crees y ejecutes un plan financiero que esté diseñado a cumplir tus aspiraciones.

Aunque no lo creas es posible. La Inteligencia Emocional es una buena herramienta para crear hábitos de ahorro que nos ayudan, sin duda, a tener unas sanas finanzas personales. Popularizada desde 1995 en el libro Emotional Intelligence, por el autor Daniel Goleman, se indica que la Inteligencia Emocional es la capacidad para reconocer sentimientos propios y ajenos y la habilidad para manejarlos.

Primero, te sugerimos preguntarte ¿cuáles son mis sentimientos sobre mis finanzas personales? Abajo encontrarás algunos ejemplos que te ayudarán a definir cómo opera tu relación con el dinero y cómo puedes aplicar la inteligencia emocional para mejorar en el control de tus gastos:

 

Complacencia – Voy bien

Cuando por fin tienes un trabajo cuyo sueldo te permite pasar con comodidad de una quincena a otra, es posible que te vuelvas más relajado sobre tus finanzas y creas que nada puede afectar tu situación o el flujo de dinero. El riesgo aquí es que empiezas a hacer compras o compromisos hoy tomando por sentado el salario del siguiente mes, lo que lleva a que tu planeación financiera termine de cabeza. Cuando las cosas van bien, muchas veces no nos preparamos por si empiezan a ir mal y carecemos de un plan de emergencia.

Inteligencia Emocional: Voy bien, pero tengo que estar consciente que las cosas pueden ir mal, por eso voy a establecer un fondo de emergencia que me permita mantener mi seguridad financiera.

 

Celos – Si él puede, yo también

El ambiente laboral altamente competitivo se ha trasladado también al área de la tecnología, ropa, calzado y demás; llevándonos a desear las posesiones de la gente que nos rodea, ya sea el nuevo celular del jefe, la pantalla del vecino o el automóvil del colega, la imaginación es el límite. El impacto de este comportamiento es que lleva a las personas a gastar más de lo que pueden pagar, y los deja en un endeudamiento que podría generarles graves problemas.

Inteligencia Emocional: Reconozco que me gustaría tener tal o cual cosa, por lo que voy a hacer un análisis de si me es necesario y si puedo adecuar mi presupuesto para adquirirlo. Si no me alcanza hoy, será una motivación para seguir trabajando fuerte para adquirirlo en el futuro.

 

Vanidad – Tengo que tenerlo primero

Algunos caemos en la trampa de creer que merecemos más de lo que tenemos. Al creer que tenemos derecho a todo, empezamos a crear el hábito de comprar lo que sea, sin considerar si está dentro de nuestro presupuesto o no. Esto ocurre especialmente cuando hay baratas o llega un nuevo. Esta es una de las maneras más fáciles de endeudarse.

Inteligencia Emocional:  Voy a aplicar la regla de las dos semanas. Si en dos semanas sigo pensando que es absolutamente necesario comprarlo, entonces evalúo mi presupuesto y veo si puedo comprarlo.

 

Desidia – Dejo mis finanzas para después

El día no nos alcanza para hacer lo que tenemos que hacer y a veces nos gana la desidia y dejamos nuestras finanzas para después. Al dejar las cosas para el último minuto, posponemos decisiones importantes sobre la administración de nuestro dinero, con lo cual corremos el riesgo de impactar negativamente nuestro patrimonio. La peor parte, es que uno siempre se acaba arrepintiendo, porque aun sabiendo lo que se debía hacer, no lo hicimos bien y a tiempo.

Inteligencia Emocional: Voy a darle la prioridad adecuada a mis finanzas dentro de las actividades de mi día. Me voy a ayudar de un calendario en el que registraré todos mis pendientes y los iré cumpliendo al pie de la letra.

 

Temor – Me aterra pensar en mis finanzas

Instintivamente los seres humanos nos alejamos de cualquier cosa que nos provoque dolor. Es más fácil huir que enfrentarse a un problema. Hay muchas personas que se niegan a analizar sus finanzas simplemente por miedo. Les asustan tanto los problemas de sus finanzas que nunca han hecho un esfuerzo real para resolverlo. Eventualmente, este patrón daña sus finanzas aún más.

Inteligencia Emocional: Sé que me estoy enfrentando a una situación difícil pero huir de ella no va a resolver nada. Esto se debe resolver en algún momento y mientras antes mejor.

 

Flojera – Manejar mis finanzas es demasiado complicado para mí

Aprender a administrar tus finanzas es un proceso que toma mucho tiempo y que requiere de esfuerzo y disciplina. Sin embargo, es mejor saber aunque sea un poco que no saber nada de finanzas personales. Al no querer informarnos nosotros mismos sobre cómo manejar nuestro dinero, a veces acabamos preguntando a familiares o amigos que tienen menos idea que nosotros

Inteligencia Emocional: Administrar mejor mis finanzas es una tarea que me corresponde sólo a mí, ya que es a mí a quién afecta lo que pase con mi dinero.

 

Resentimiento – Por qué yo

Hay algunas personas que no pueden soportar la presión generada por problemas financieros y a lo largo del tiempo generan un resentimiento hacia sí mismo, su situación, sus finanzas y hacia aquellas personas que no están en la misma situación. En ese estado de ánimo, se rehúsan a resolver sus problemas y tomar medidas decisivas para mejorar sus finanzas y le echan la culpa a los demás.

Inteligencia Emocional: Yo soy el responsable de mis finanzas. Si algo externo dañó mi situación, nada externo va a venir a resolverlo. Tengo que encontrar en mi propio bienestar y en el de mi familia la motivación para mejorar mi situación financiera con creatividad, asertividad y disciplina.

Material Propiedad de FINANZAS PRACTICAS DE VISA.